Los males de competir


A mí personalmente me molesta la competencia continúa, estar continuamente compitiendo, que todo se mida bajo un rasero competitivo. Evidentemente competir tiene su gracia. La mayoría de los juegos se basan en eso, en competir contra otros o simplemente contra uno mismo. Como siempre todo tiene su medida, no sabría decir cuando la competencia pasa de ser una gracia a ser una obsesión, pero yo soy una persona muy perfeccionista, muy exigente conmigo mismo, que vive muy mal sus fracasos, y a la que un fracaso le tapa todos los triunfos anteriores. Algunos dicen que me falta autoestima.

Como jugador de fútbol soy bastante malo, juego mejor en la defensa que en la delantera, aunque el día que tengo la vena hago goles muy bonitos. Sin embargo, soy el peor jugador de la pandilla. Nuestro sistema de juego es bastante singular. Jugamos a tres goles. Cuando uno de los dos equipos ha hecho tres goles, se acaba el partido y cambiamos de jugadores para empezar el siguiente. La palabra revancha no está en nuestro vocabulario. En una hora (que es más o menos lo que dura una sesión) jugamos 8 ó 10 partidos. Siempre gano alguno, pero ni siquiera los cuento y en cambio lo disfruto mucho. Esta forma de competir no me desgasta, pero si no compitiésemos no habría partidos...

Me gusta la montaña porque la competencia no es básica o queda muy diluida ya que sólo se trata de llegar. Así, cuando cuento que he estado en la cima del Kilimanjaro me preguntan la altura o si es muy complicado, pero nadie me pregunta si llegué primero, segundo o en qué posición, ni tampoco cuál es el récord mundial de la ascensión... Cuando digo que he hecho el Camino de Santiago, me preguntan si fui a pie, en bici o en coche, pero nadie me pregunta cuantos días estuve para recorrerlo. Sin embargo también hay quien compite y hace carreras en la montaña, pero no es lo más habitual. Hago ejercicio para mantener mi salud y me lo paso tan bien como puedo, disfruto de las endorfinas, pero no necesito competir, aunque cierta competencia tampoco me molesta. Mi objetivo es disfrutar, no ganar. A veces, haciendo broma, digo que todo lo que tenía que demostrar en esta vida ya lo he demostrado. Conozco gente que necesita competir, que todo es una competencia, que se lo pasan fatal cada vez que fracasan, y que fracasan a menudo. Entonces les pasa como a mí que en mi adolescencia fui abandonando todos los deportes de competición ¿También les falta autoestima?

Mis hijos huyeron de los deportes de competición y se dedicaron a otros deportes como la montaña, pero mis amigos que han tenido que acompañar a sus hijos a deportes como el hockey sobre patines, el baloncesto o el rugby me cuentan cosas que me dan mucha vergüenza, vergüenza ajena, y que denigran la condición humana. No, no lo digo por los niños, sino por los padres. Los hay que se enfrentan a padres del equipo contrario porque en el juego el hijo del otro ha hecho una falta o jugada que han considerado peligrosa, llegando a la violencia física, y a veces han llegado incluso a maltratar al niño del otro. Otros lo han hecho con el árbitro o árbitros ¿Y qué ejemplo están dando al hijo? Lo que aún me parece más grave son aquellos que maltratan al propio hijo porque se ha equivocado en una jugada o porque no es tan bueno como el padre quisiera ¿Qué educación les están dando a sus hijos?

No es que crea que no haya que competir, lo que quiero decir es que me parece un error como nos lo estamos planteando. Me gusta la superación personal, el intentar mejorar, pero no todos podemos ser el mejor, y en cambio todos tenemos derecho a disfrutar de las cosas, inckuso siendo el peor...

Un abrazo.

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