Con frecuencia hablamos de él pero siempre de modo sucinto. Todos lo tenemos en cuenta en frío pero muchas veces en caliente nos olvidamos de él. Sabemos mucho de su existencia, pero realmente... es fiable lo que conocemos? Hoy voy a intentar repasar con vosotros toda la verdad y el mito que rodean a ese enemigo que tan presente debemos tener y que, me temo, con frecuencia olvidamos que nos espera a la vuelta de cualquier esquina.
El VIH (Virus de la Inmunodeficiencia Humana, HIV en inglés) es el retrovirus que, a la postre, termina desarrollando en las personas infectadas el conocido como Síndrome de InmunoDeficiencia Adquirida (SIDA, AIDS en inglés). Hoy en día, con los avances en los tratamientos ha disminuído muy significativamente el número de pacientes que desarrollan dicho síndrome (no es lo mismo ser portador del VIH que padecer SIDA), pero cuando no existían tratamientos financiados (o, si no eres un afortunado habitante del primer mundo) el promedio de tiempo antes de desarrollar la enfermedad era de aproximadamente diez años. Durante todo ese tiempo (que en algunos individuos era apenas de dos años y en otros, los menos, de hasta varias décadas), conocido como fase latente o período asintomático, el portador del virus es contagioso, especialmente si no está recibiendo ningún tipo de tratamiento dado que el virus se replica en su organismo sin control de ningún tipo, encontrándose principalmente en las secreciones corporales (básicamente, en el semen) y en la sangre, por lo que hizo mella especialmente en las poblaciones con hábitos de riesgo, fundamentalmente adictos a drogas por vía parenteral (ello es, heroinómanos y cocainómanos que consumían la droga mediante jeringuillas, por el ahorro que suponía el compartir las mismas) y población homosexual (dado que en los años ochenta el preservativo lo empleaban sobre todo las parejas heterosexuales para evitar embarazos no deseados).
Afortunadamente los fármacos han logrado parar (debiéramos mejor decir ralentizar) la masacre entre los portadores, mejorando la posología (las dosis y el número de pastillas que deben tomarse de modo diario) y los efectos secundarios (aunque persisten muchos de ellos, los primeros fármacos eran especialmente agresivos dada la imperiosa necesidad de emplear los métodos de que se disponía en el principio de la pandemia), pero han tenido una indeseable consecuencia. Se ha relajado poderosamente la concienciación social y, sobre todo, se ha establecido una especie de sentimiento de "no pasa nada" si algún día me despisto. Craso error. Porque el VIH puede, si eres afortunado, que no te mate, pero condicionará enormemente tu vida y es una tontería no ponerle coto teniendo medios para ello.
Hoy por hoy, el único método que se ha demostrado totalmente eficaz para evitar el contagio es la abstinencia sexual. Pero si no quieres tener la vida sexual de una lechuga, el método que ha demostrado un porcentaje más elevado de prevención (superando el 95% de efectividad) para prevenir la transmisión del VIH es el uso sistemático de preservativo. Bueno, la iglesia católica se aferra a ese pequeño porcentaje para afirmar que no lo previene del todo, pero el margen de error incluye el empleo inadecuado del condón, la ruptura del mismo (y, digan lo que digan, no es en absoluto fácil romper un profiláctico a no ser que te acuestes con una termomix), o actuaciones tan brillantes como emplear el preservativo para la penetración y terminar con una corrida en la boca de tu pareja, que hay gente para todo.
Porque mucho ojo al sexo oral. Que nadie os cuente milongas. El sexo, en general, es un factor de riesgo, pero hay prácticas que lo son en un modo superlativo, y otras que lo son en modo más despreciable. Practicar sexo oral con una boca (y un pene, obviamente) sanos no conlleva grandes riesgos siempre que no exista intercambio de fluídos. La saliva no contiene virus en la dosis mínima capaz de generar una infección, pero sí lo hacen la sangre y el semen, incluso las secreciones de las glándulas uretrales previas al orgasmo masculino. Por ello, el riesgo es mayor para el que realiza la felación que para el que la recibe (repito, hablando de una boca sin heridas). Obviamente, el hecho de que se te corran en la boca es una práctica mucho más arriesgada que el simple ejercicio de chuperretear un poco un pene ajeno, aunque igualmente dicha práctica conlleva también un riesgo, por muy bajo que éste sea.
Yo no estoy aquí para adoctrinar a nadie, cada uno es mayor cuando se pone a hacer cochinadas con su pareja para saber lo que se hace y los riesgos que asume. Pero lo que no puede ser es que exista alguien hoy día que por desconocimiento haga algo sin saber a qué se expone. Y si hablamos de exposición y práctica de riesgo, es evidente que la mayor de todas ellas se produce cuando existe penetración anal sin protección (ello es, condón y lubricante). Hay mucho que se podría decir en cuanto a qué es más arriesgado, pero así, en modo grosero, os diré que todo lo es en este terreno. Hay estudios que han descubierto que existe un mayor riesgo para el elemento pasivo que para el activo (o para la mujer que para el hombre, si hablamos de parejas heterosexuales), otros que relacionan la circuncisión con una mayor dificultad para adquirir la infección en los varones (debido a que la piel del prepucio por su cara interna es más fina y se expone a mayores lesiones durante el coito), pero, en general, el que practique hoy día sexo sin protección está asumiendo unos riesgos elevados. Se estima, según otros estudios, que la transmisión en individuos asintomáticos es de aproximadamente un uno por ciento en prácticas sexuales de riesgo, pero eso son sólo cifras en estudios no randomizados (no es lo mismo sexo anal que sexo vaginal, dado que el sexo anal produce mayores daños en las mucosas que el sexo vaginal, por ejemplo), y además, a ver quién es el guapo que se presta voluntario para hacer estudios de ese tipo, por lo que se habla de estimaciones y no de datos concluyentes.
En conclusión, y para no extenderme en tecnicismos, podemos quedarnos con las siguientes ideas:
-El único método que evita la transmisión del VIH con toda seguridad es la ausencia de prácticas de riesgo. Como no somos vegetales, todos podemos por tanto estar infectados, aunque tengamos una pareja estable, aunque usemos siempre condón. Por ello es necesario hacerse pruebas con relativa frecuencia, si no quieres ir al médico de cabecera y pedir una analítica, puedes ir a donar sangre, a una clínica privada o incluso en las farmacias empieza a haber disponibles métodos de detección.
-El sexo oral en individuos sin heridas en boca y pene en general constituye una práctica de riesgo relativo, siempre es mejor realizar sexo oral con un preservativo por el medio (los hay de sabores con ese fín). No obstante, la práctica de mayor riesgo en el sexo oral es sin duda alguna para el que realiza la felación, especialmente si existe contacto con el semen de la pareja, en cuyo caso hablaríamos ya de una práctica de alto riesgo..
-El sexo anal y el sexo vaginal son prácticas de alto riesgo si se realizan sin preservativo y lubricante. Es muy importante emplear lubricantes hechos con productos derivados del agua (los que normalmente venden en cualquier sexshop e incluso en supermercados), tipo glicerina, dado que los derivados del aceite (como la vaselina) facilitan la ruptura del látex.
Por último, citar que existe una terapia post-exposición, que se administra en ocasiones a trabajadores expuestos accidentalmente a una posible infección por VIH (por ejemplo, un enfermero que se pincha con una jeringuilla de un paciente seropositivo). No obstante es un tratamiento caro (de en torno a los setecientos euros durante el mes que dura) y no sólo en términos económicos, sino en términos de salud: requiere control analítico para descartar intolerancia hepática y no puede realizarse de modo habitual. Una persona que realiza prácticas de riesgo con frecuencia no puede asumir este tratamiento que, además, no garantiza evitar una infección, tan sólo disminuye la posibilidad de que ésta exista. Cuando os decía que no era tema menor el estar infectado por VIH, pensad que esto sólo es por un mes de tratamiento, imaginad las complicaciones y condicionantes que genera este tipo de tratamientos de por vida. Por ello, no olvidéis nunca aquel lema que hace años se puso tan de moda "póntelo, pónselo". Y disfrutad de la vida y del sexo, pero usando las dos cabezas ;)
1 comentarios:
Escelente Blog!! estaremos siguendo! saludos
David
amorentiempospateticos.blogspot.com
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