Mi amor de siempre



Era una mañana de primavera de no recuerdo que mes. Hacía ya algún tiempo que salía con otra chica, pero sinceramente, no la había olvidado. Todo lo contrario. Cogí mi Seat Ibiza y dirigiéndome al pueblo de al lado, de pronto me vi con el coche volcado en la cuneta y me vi allí con el móvil a la vista pero con las piernas totalmente atrapadas. La primera persona que se me pasó por la cabeza, sin duda, ella.

A los no sé exactamente cuantos día, me desperté en una habitación de hospital. Con un collarín y la cabeza vendada, con la pierna fracturada y el hombro salido. La enfermera me comentó que mi novia había salido unos instantes a comer y que enseguida volvería a mi lado, no se separaba de mi lado ni un instante.

Justo en un momento de debilidad, en el que no pude evitar derramar alguna que otra lágrima, allí apareció ella, con un ramo de flores, como las que a mi me gustan y una sonrisa que me causó un efecto espejo inmediato. A la media hora de conversación, llegó mi novia, la miró de arriba abajo y la echó de la habitación. Yo simplemente me limité a cerrar los ojos y dormirme.

Pasadas dos semanas, me dieron el alta. Allí, me esperaba una cena con pinta exquisita, a la luz de las velas. Al empezar por el segundo plato, me tomó la mano y yo en un abrir y cerrar de ojos, sin pensármelo dos veces y pensando en mi verdadero amor, aparté mi mano.

Al fin, pude despertar de aquella pesadilla y encontrarme en mi casa de siempre, con mi cama de siempre y sobre todo, al lado de la persona que siempre estuvo ahí.
Porque sé que ella prefirió morir antes de verme empotrada en esa cama. Sé que ella ocultaba el dolor donde existía el amor.

Nunca nadie nos volverá a separar y siempre seremos felices.

1 comentarios:

Josep Peaceforever dijo...

A veces nos cuesta ver lo que realmente queremos, a quien realmente amamos e incluso quienes somos en realidad.

Una linda narración.

Un abrazo

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