¿Hay límites?



Obviamente hay cosas que no haría simplemente porque no me gustan, es decir que yo mismo me pongo límites, cosas que no quiero hacer. Por ejemplo y tan solo pensando en mi sexualidad, sé que ni el sadomasoquismo ni cualquier actividad relacionada con la degradación de las personas o con la violencia me gusta, como tampoco me gusta jugar con excrementos de ningún tipo. De la misma forma que no como bacalao guisado porque no me gusta. Para mí apesta. Ese tipo de límites que me he puesto yo a mi mismo libremente forman parte de mi libertad, y con la misma libertad puedo un día decidir traspasarlos, violarlos. Y no pasa nada si lo hago libremente, sin coacción ni soborno de ninguna clase. Al fin y al cabo mi libertad también consiste en que nadie me haga a hacer nada que no quiera hacer.

Por otro lado soy de los que creen debería estar "prohibido prohibir", porque para mí que prohibir es poner un límite arbitrario, un límite sin razón o de difícil justificación. Prohibir puede tener sentido ante una persona carente de sentido común, como puede ser un niño. En cambio, creo que aquello que no se debe hacer no es necesario prohibirlo, con un respeto absoluto por los demás y por el mundo en que vivimos y un mínimo de sentido común toda persona adulta, o la mayoría de ellas, pueden ver cuando uno se pasa de la raya sin necesidad que nadie le prohíba nada. Y aquello que uno hace por convicción no requiere ninguna clase de vigilancia. Además, uno de los deportes nacionales del españolito medio, heredero del Lazarillo de Tormes, consiste en saltarse las prohibiciones. Por eso veo mucho más eficiente convencer que prohibir, que es mejor la convicción que la imposición.

Pues bien, aunque crea que no debería necesitarse prohibir nada, creo que además de mis límites, los que me he puesto yo mismo, existen otros límites, los límites que imponen los derechos de los demás, ya que tienen derecho a ponerse limitaciones a si mismos y a ponerme limites a mí en cuanto interfiera en su vida. Esos límites son externos a mí, me los impone el hecho social, la simple convivencia y esos límites no puedo violarlos ni saltármelos sin agredir de alguna forma a los demás, sin invadir su libertad. No se puede forzar a nadie a hacer nada que no quiera hacer. La gente debe poder decidir responsablemente, de una forma madura, lo que hace y quiere hacer. No se puede abusar de los indefensos o forzar a otros a hacer algo que no desee hacer aprovechando las situaciones que les sitúen en desventaja o aprovechando sus debilidades o su codicia. Para eso vale la máxima "lo que no quieras para ti no lo quieras para los demás".

Por eso creo que sí, que hay límites, unos límites claros, porque hay cosas que no quiero hacer y porque mi libertad se acaba donde empieza la tuya.

Un abrazo.

4 comentarios:

Flecha Azul dijo...

Tienes razón nosotros mismos debemos ser conscientes de dónde deben estar nuestros límites,porque las prohibiciones son muchas veces arbitrarias e incluso contraproducentes.

Si prohibes fumar marihuana el resultado acaba siendo "El atractivo de lo prohíbido" y aumenta su consumo.

Sin embargo otras veces somos demasiado alocados e incoscientes y sólo vigilándonos activamente para que cumplamos las prohibiciones se consigue que poco a poco disminuyan los accidentes de tráfico.

Y cúantos hubiesemos deseado que una autoridad hubiese prohíbido a los bancos ser tan codiciosos en la época de bonanza, evitándonos así esta terrible crisis con el retroceso social que acarrea para todos.

¿Cómo conseguir ser libres a la vez de que nuestros comportamientos no afecten al bien común?

¿Cómo conseguir tener las mínimas prohibiciones y que estén lo más consensuadas posible para que sean siempre por el bien de todos?

Me ha gustado mucho tu post, me ha hecho pensar bastante :)

Un abrazo!!

Lo Que Hoy No Puedo Decir dijo...

Podrías basar una vida en limitaciones???
Creo k contestando esa pregunta resumes toda una gran entrada..

Es cierto k muxas veces pensamos k prohibir puede ser la solución de un problema o conflicto... o k si limitamos algún aspecto de nuestra vida podremos obtener una mejor solución..

Para basándome en mi pensamiento, joven y orgulloso de ello :p, afirmaría l la necesidad de crear prohibiciones viene como consecuencia de una carencia de valores, valores humanos que como personas hemos perdido o carecemos de forma gradual...

Confundir la libertad con el libertinaje... lo permisivo con lo correcto..o lo moderno con lo extravagante...

Si cumpliéramos nuestros principios filosóficos de "animales racionales" y nos moviéramos por la razón y nuestros sentidos, sin maldad y orgullo... si aunque no fuéramos creyentes o religiosos respetáramos el "amaras a tu prójimo como a ti mismo" no haría falta prohibir ni limitar acciones o actos. Porque predominaria el respeto y el amor!

Buenos dias! (Que inspirado he estado hoy)

Os espero por mi blog ;)

Arion dijo...

Interesante reflexión, ojalá más gente llegara a las mismas conclusiones que tú.

Saludos,

www.artbyarion.blogspot.com

Josep Peaceforever dijo...

Flecha Azul: Yo creo que la respuesta está en una buena educación. Por ejemplo deberían enseñarnos también donde están nuestros propios límites, aquellos que nos dio la naturaleza, los de nuestras capacidades, y eso lo ligo con lo que has dicho de los accidente de tráfico. Personalmente creo que un automóvil es comparable a una arma asesina, uno no puede estar jugando con él como a la ruleta rusa, y eso es lo que hacemos cuando conducimos al límite de nuestras capacidad, de nuestra habilidad, en esa situación cualquier pequeño fallo puede ser funesto... Un código, como el de circulación, no es más que un acuerdo para facilitar las cosas definido por una árbitro.

Etc. Creo que todo tiene una vía civilizada de solución sin necesidad de ir prohibiendo, sino convenciendo. Yo creo que si bien no podríamos suprimir todas las prohibiciones de golpe, sí creo que las podríamos ir reduciendo i minimizarlas...
– –

Lo Que Hoy No Puedo Decir: Estoy totalmente de acuerdo contigo en que la falta de principios es una de las fuentes de nuestra falta de respeto a los demás y a sus derechos. La mayoría de nuestra sociedad está, en realidad, buscando la manera de aprovecharse de los otros, de vivir a sus espaldas.

Yo, que perdí todas mis creencias religiosas, creo que más que amar al prójimo lo que hay que amar es a nuestro mundo a nuestra naturaleza.
– –

Arion: Yo también lo deseo, pero creo que hay que ayudarles a llegar a ello, y creo que eso debería formar parte de nuestra educación.
– –

Muchas gracias por pasar y muy especialmente por el comentario.

Un abrazo.

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