El dificil arte de conocer gente fuera de tu entorno

 
Revisando algún post pasado del blog me encontré con esta interesantísima entrada de Ocnebius en la que reflexionaba sobre lo difícil que le resultaba a un conocido suyo hacer amigos entre la población homosexual, y se me ha ocurrido que sobre este tema siempre estamos a tiempo de comentar algo. No sé qué opinarás tú, pero me parece que llega un momento en la vida de casi todos en que te quedas poco a poco aislado. Es un proceso lento pero casi inexorable, que comienza con la introducción al mundo laboral. Ahí dejas de conocer a nueva gente, o al menos a nueva gente dispuesta a conocer a gente nueva, no sé si me explico. Quien más, quien menos (ultimamente quien menos, con la que nos está cayendo lo de trabajar está poniéndose complicado), todos llegamos a este punto con una vida ya organizada. Tienes tus colegas, tus amigos del instituto, de la facultad si estudiaste allá, la panda de salir a tomar algo, y el siempre suculento mundo de los ex (examantes y el nada despreciable grupo de examigos), y con ellos y el interesante conjunto de archienemigos que te hayas podido forjar en tus años previos, empiezas a vivir tu vida.

El problema es que, mientras tú vives la tuya, los demás hacen lo propio, y de modo casi imperceptible la gente se va encerrando en su recuncho y te quedas un poco descolgado. Ésto creo que nos pasa más a los gays por la sencilla razón de que no solemos tener hijos y, para qué engañarnos, nuestras parejas suelen durar menos que la alegría en la casa del pobre (eso si la llegas a tener, que a veces ni te enteras de que érais algo cuando ya lo dejasteis de ser). Es cierto que, poco a poco, nos vamos pareciendo más a los heterosexuales en todo esto, más porque ellos nos copian el esquema que porque nosotros nos normalicemos, dicho sea de paso (y es que es muy duro ser gay e ir siempre a la vanguardia).

Llegados a ese punto, la gente empieza a tener sus hijos, sus parejas, o se van mundando, y así, poco a poco, el nutrido grupo con el que socializabas, un buen día, ha quedado reducido a cuatro o cinco personas que, además, apenas ves más que un par de veces al mes. ¿Y el resto del tiempo?

Bueno, siempre dije que es muy entretenido intentar conocer a gente (que no conocerla, pues eso puede ser más aburrido). Pero eso... cómo se hace? Bienvenidos a la clase magistral:

En primer lugar, te aferras a lo que conoces. Los chats. Esto estuvo más de moda hace unos años, hoy día yo creo que ya sólo chatean los dinosaurios, pero es una buena forma de empezar. A desilusionarse, probablemente, pero eso es una constante cuando conoces a gente (ya lo decía Oscar Wilde: "Cuanta más gente conozco, más quiero a mi perro", frase que resulta especialmente significativa cuando no tienes perro). Como igualmente constante en esto de conocer gente serán los dos ejes centrales de tus hallazgos: eternamente te moverás entre quienes necesitarían una consulta con un buen psicólogo clínico y los que necesitan un espejo. Porque otra cosa no, pero si pudiéramos comprar a la gente por lo que realmente vale y venderla por lo que creen valer tendríamos el negocio del siglo y el problema de la prima de riesgo solucionado.

Otra alternativa que es bastante socorrida, especialmente cuando ya asumes que te trae al pairo lo que te diga el obispo de Alcalá, es ir de ambiente, que es a la homosexualidad lo que el Rey Juan Carlos a los elefantes, para qué engañarnos. Una auténtica cacería, pero que siempre se agradece cuando uno está necesitado de dar amor (y ya entiendes a qué me refiero cuando hablo de dar amor). Sin embargo, si buscas conversaciones filosóficas o alguien con quien ir al cine algún día, estás más equivocado que las chicas que acosan a Ricky Martin.

Afortunadamente, el lobby homosexual ha aplicado la informática y las redes sociales para tratar de no morir de aburrimiento (o quizás precisamente por eso) y así tenemos los tan manidos Facebook y Tuenti y demás milongas en los que, seguro, tú también habrás recibido alguna solicitud de amistad de alguien que no conoces de nada. Igual es que dan un premio cuando llegas a los mil amigos y no lo sabíamos, pero hay gente que colecciona nombres como si de un hobby se tratara. La verdad, mucho no te van a hablar, pero hay que reconocer que en general suele ser gente de bastante buen ver, y siempre te alegran la vista.

Agotando las vías de conocer gente en el mundo interactivo te introduces en las redes sociales gays: Bakala, Manhunt, y un largo etcétera que seguro que conoces y, si no, búscalas por el Google que ya me está saliendo un post demasiado largo. Puedes elegir entre poner una foto real y morirte del aburrimiento o poner una inventada y... también. Lo más recomendable, claro, es tener un tipazo, cara de supermodelo y ser supermajo. Pero si fueras así, no nos engañemos, para qué ibas a querer hacerte perfil ninguno. Y, claro, lógicamente a los demás les va a pasar lo mismo. Aquí, además, puedes encontrarte con esa absurda tribu gay de los discretos, que piden y dan discrección hasta tal punto que sólo podrás hablar con ellos vía ordenador. Apasionante pero, probablemente, demasiado ineficiente.

Como no sólo de visiones vive nuestro ser social, te dispones a dar el siguiente paso evolutivo en esto del buscar a gente normal (llegados a este punto empiezas a considerar seriamente qué es lo que se considera normal). Aquí debo reconocer que los smartphones han supuesto un giro radical en la vida de todo marica (ignoro si existe lo mismo con el rollo bollo pero debo hablar en mi calidad de experto y es ésa una mercancía que manejo poco). Te introduces tímidamente en el Gaydar, para luego descubrir el Bender, el Gaydar y un largo etcétera que ya te adelanto que te puedes ahorrar, porque vas a encontrarte a la misma gente en todos ellos (y que, curiosamente, coinciden con los mismos que te encuentras en los bares de ambiente de tu localidad, excepción hecha del barrio gay de alguna gran ciudad pues eso es como un Disneyland para gays).

Y en este punto me encuentro yo. Sigo, como hace años, planteándome la sensatez de mi siguiente opción. Poner anuncios por las farolas parece cuando menos poco recomendable, así que igual cuelgo un anuncio en un periódico. Probablemente me confundan con un chapero. Pero, quién sabe, igual en estos tiempos de crisis me saco unas pelas si alguien me toma por lo que no soy.

5 comentarios:

Dario Ramon Nifea dijo...

Jajajaja, joder macho de verdad...
Sabes, creo k deberías desmelenarte y vivir un poco.
Conocer gente no es tan difícil... Simplemente se tu mismo

Josep Peaceforever dijo...

Estoy con el comentario de Dario que precede a este. Creo que siendo uno mismo uno acaba conociendo a gente buena, inteligente y de buen corazón, que la hay, y mucha.

Un abrazo.

Antonio Moreno dijo...

Tengo 19 años y pensaba que esa sensación de "no tengo ningún amigos gay y los que tengo o quieren acostarse conmigo o son mis ex, los cuales, también quieren acostarse conmigo" era solo mía y de cuatro más. Ahora descubro que es compartida y además por adultos, es decir que nunca se va a solucionar y que mis sospechas de que la homosexualidad trae consigo una soledad de la que no te puedes escapar, son ciertas. Por muchos amigos heteros que tengas, queda un pequeño o gran vacío que su amor no es capaz de llenar.

Flecha Azul dijo...

jajajajajaja...me reí mucho leyendo tu post...^^

Pero bueno habrá que ser optimista, que para negativo ya está el telediario...xD

Solitario dijo...

Pues fue una reflexión muy profunda y sentida, empatizo contigo y me sumo a que no estás sólo parece que esa sensación extraña de sentirse sólo y no tener como socializar dentro del ambiente, la incomprensión y todo eso... es algo que nos pasa a varios.

Admito que me cuestiono varias veces, si seguir buscando o simplemente resignarme, que no va a pasar nada estando sólo... pero ponerme en la postura de la resignación tampoco ayuda...

Será que sólo nosotros presentamos está asimetría en las relaciones humanas, o los heteros también tendrán pues su miseria emocional...

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