Rudolf Brazda, de 97 años, es el último superviviente de los cerca de 10.000 homosexuales internados en los campos de concentración nazi. Por este motivo, fue nombrado Caballero de la Legión de Honor, la más alta condecoración que se concede en Francia, pais en el que vive desde hace más de 50 años. El presidente Nicolas Sarkozy fue quien propuso a Brazda para que se le otorgase la condecoración recibida.
Brazda estuvo tres años en el centro de concentración de Büchenwald, en Alemania, con el número de registro 7592 y con el “triángulo rosa” con el que los nazis identificaban a los homosexuales. Mantuvo en secreto su historia personal hasta que, en 2008, publicó su autobiografía titulada “Triángulo rosa, un homosexual en un campo de concentración nazi”, escrita por Jean-Luc Schwaub.
Brazda tenía 20 años cuando Hitler llegó al poder y había vivido su orientación sexual abiertamente, hasta que los nazis endurecieron el infame ‘Párrafo 175’, la ley que penalizaba la homosexualidad. Después de dos estancias en la cárcel, fue enviado al campo de concentración de Buchenwald. Pese a que Buchenwald no era un campo de exterminio, unos 56.000 prisioneros de los 238.000 que fueron encarcelados encontraron allí la muerte, ejecutados, enfermos o de puro agotamiento.
Por si fuera poco, los presos homosexuales tenían que soportar además el desprecio del resto de presos, ocupando el lugar más bajo. Y lo que es aún más terrible, cuando los aliados liberaron los campos, muchos de los presos homosexuales siguieron prisioneros o se vieron obligados a guardar silencio sobre su experiencia dado que la homosexualidad continuaba penalizada en muchos países.
Tras su liberación Brazda se estableció en Francia, donde consiguió encontrar una cierta paz junto a su pareja durante 50 años.
1 comentarios:
Una historia desgarradora que al final tiene una pequeña parte positiva: Tras su liberación, Brazda, se estableció en Francia, donde consiguió encontrar una cierta paz junto a su pareja durante 50 años. Digo pequeña porque solo se refiere a una persona 238.000 que fueron encarcelados, sin olvidar a los 58.000 que ni si quiera pudieron ser liberados por hallar allí el fin de sus días.
¿Cómo podemos ser tan crueles los seres humanos?
Un abrazo.
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