Queridos zanguang@s, hoy voy a hablaros sobre un clásico de la televisión al cual me he enganchado tarde: Buffy Cazavampiros (Buffy, The Vampire Slayer).
En definitiva es otra de las muchas series b que surge a raíz de una película aún peor sobre chupasangres, zombis que caminan lentos para que te dé tiempo a matarlos, fenómenos paranormales y un tropel de adolescentes preuniversitarios con mucho tiempo libre. La idea argumental de Josh Wedon sigue el tópico de los mangas japoneses en eso de que los peores monstruos del universo viven todos en Tokio y masacran a la población foránea porque llega el fin del mundo. Aquí, la cuidad con estrella se llama Sunnydale (no confundir con Sunny Delight).
Si soy sincera, la primera vez que vi la serie, la protagonista me resultó de lo más insulsa. Eso de que una americana rubia-tonta fuera elegida cazavampiros para evitar que la Boca del Infierno en donde vive se abriera en dos una noche de éstas... no me pareció algo excesivamente impactante. A lo largo de las temporadas, la cosa ha ido arreglándose: las tramas y la muchacha han ido madurando a base de estacazos (tanto en corazones ajenos como en el propio). Todos sabemos que lo que realmente hace interesante a esta serie son los diálogos. Cada capítulo puede llegar a ser un festival del humor: lo que dicen y cómo lo dicen los personajes que pululan a lo largo de toda la serie es lo que realmente limpia, fija y da esplendor.
Lo destacable en cuanto a tramas y lo que hace muy especial a esta serie es la relación lésbica existente entre Willow, la amiguilla pacata de la prota, y Tara, una brujilla que pasaba por ahí para quedarse. Buffy fue una de las pioneras en plasmar una relación lésbica “normal” en la pequeña pantalla, con sus besillos y cariñitos. Porque Willow y Tara, más allá del tema de la serie, fueron una pareja que descubrió el amor (adolescente) en quien menos esperaba y fuera de prejuicios y comeduras de tarro. Tanto ellas como sus amigos y allegados asumen su sexualidad de forma natural y sin dramas, algo que se agradece enormemente, ya que lo que una lo que viene aquí a ver son vampiros, claro.
Los más eruditos en el tema vampírico quizás se hagan cruces porque encuentran en Buffy un quiero y no puedo del género. Pero he de señalar que esta serie fue un pelotazo durante su larga vida (1997-2003) y cosechó bastantes premios. Algo bueno tendrá cuando la Fox hizo caja con ella durante siete temporadas (y una octava actualmente en cómic, mireusté).
Así que si lo que queréis ver es algo serio sobre el tema... desde luego no veais "Crepúsculo", almas de cántaro.
En definitiva es otra de las muchas series b que surge a raíz de una película aún peor sobre chupasangres, zombis que caminan lentos para que te dé tiempo a matarlos, fenómenos paranormales y un tropel de adolescentes preuniversitarios con mucho tiempo libre. La idea argumental de Josh Wedon sigue el tópico de los mangas japoneses en eso de que los peores monstruos del universo viven todos en Tokio y masacran a la población foránea porque llega el fin del mundo. Aquí, la cuidad con estrella se llama Sunnydale (no confundir con Sunny Delight).
Si soy sincera, la primera vez que vi la serie, la protagonista me resultó de lo más insulsa. Eso de que una americana rubia-tonta fuera elegida cazavampiros para evitar que la Boca del Infierno en donde vive se abriera en dos una noche de éstas... no me pareció algo excesivamente impactante. A lo largo de las temporadas, la cosa ha ido arreglándose: las tramas y la muchacha han ido madurando a base de estacazos (tanto en corazones ajenos como en el propio). Todos sabemos que lo que realmente hace interesante a esta serie son los diálogos. Cada capítulo puede llegar a ser un festival del humor: lo que dicen y cómo lo dicen los personajes que pululan a lo largo de toda la serie es lo que realmente limpia, fija y da esplendor.
Lo destacable en cuanto a tramas y lo que hace muy especial a esta serie es la relación lésbica existente entre Willow, la amiguilla pacata de la prota, y Tara, una brujilla que pasaba por ahí para quedarse. Buffy fue una de las pioneras en plasmar una relación lésbica “normal” en la pequeña pantalla, con sus besillos y cariñitos. Porque Willow y Tara, más allá del tema de la serie, fueron una pareja que descubrió el amor (adolescente) en quien menos esperaba y fuera de prejuicios y comeduras de tarro. Tanto ellas como sus amigos y allegados asumen su sexualidad de forma natural y sin dramas, algo que se agradece enormemente, ya que lo que una lo que viene aquí a ver son vampiros, claro.
Los más eruditos en el tema vampírico quizás se hagan cruces porque encuentran en Buffy un quiero y no puedo del género. Pero he de señalar que esta serie fue un pelotazo durante su larga vida (1997-2003) y cosechó bastantes premios. Algo bueno tendrá cuando la Fox hizo caja con ella durante siete temporadas (y una octava actualmente en cómic, mireusté).
Así que si lo que queréis ver es algo serio sobre el tema... desde luego no veais "Crepúsculo", almas de cántaro.
2 comentarios:
Me ENCANTA! Esta serie me encantA! XD
No conocía la serie, pero eso que dices de que es un festival del humor, a parte de la historia lésbica, me la ha hecho atractiva, así que intentaré enmendarme.
Un abrazo.
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