Educación LGBT ¿Una ecuación compleja?

 
De un tiempo a esta parte estoy dándole vueltas al panorama adverso al que deben enfrentarse los adolescentes LGBTQ en el mundo en que se mueven. En la sociedad actual los jóvenes entre sus 12 y sus 22 años se mueven y se desarrollan en institutos, centros de educación profesional, universidades, y otros espacios de este tipo En general los centros educativos son como un espejo de la sociedad donde impera la homofobia y la discriminación que esta conlleva. Se les educa al grito de ¡maricón el último! o de ¡no tengas miedo, no seas maricón!, donde se usan expresiones como 'nena' o 'nenaza' como sinónimos de falta de coraje, de falta de huevos... Un ambiente donde la diferencia en general (y la tendencia sexual LGBTQ en concreto) son castigadas con un acoso incansable (bullying) por parte de otras minorías de jóvenes que seguramente son los auténticos tarados. Cosa que al fin y al cabo no es más que un reflejo de la intolerancia de la propia sociedad con las diferencias. Porque las diferencias en una sociedad reprimida por éticas y morales poco tolerantes generan inseguridad y, en consecuencia, miedo.

La educación a la que están sometidos esos jóvenes, está muy orientada al conocimiento científico y tecnológico, con fines de formación profesional, pero que ha dejado de lado el mundo afectivo, y lo poco que lo tiene en cuenta lo hace desde el punto de vista heterosexual. Así, los cuentos infantiles y las historias románticas en la ficción son indefectivamente protagonizadas por heterosexuales. En consecuencia, el adolescente LGBTQ se encuentra en un entorno adverso para su expresión afectiva, y por eso se dice que tiene un comportamiento emocionalmente plano. Tiene miedo al rechazo, especialmente al de sus padres.

Por otro lado responder a la seducción es un aprendizaje, no es nada intuitivo, hay un momento en el que el joven descubre el poder de una mirada, que con una mirada pueden expresarse muchas cosas como; sólo como me ha mirado ya sé que le he gustado. Los adolescentes LGBTQ aprenden a no mirar por miedo a ser descubiertos. Y no sólo eso, aprenden a mentir, a esconder, a hacer una doble vida... Mientras sus compañeros heterosexuales se entrenan en el cortejo, el noviazgo y las rupturas, los LGBTQ se mantienen al margen, aplazando así su formación afectiva. Y es que está en un medio donde en lugar de entender que un LGBTQ es una persona tan normal como cualquier otra, lo que correrá es el riesgo a ser objeto de bullying si es descubierto, y de esta manera es difícil esperar que llegue a ser una persona adulta socialmente sana.

El profesorado muchas veces mira hacia otro lado, puesto que el profesor heterosexual a veces no entiende por lo que está pasando la víctima e incluso puede llegar al extremo de acusarle de provocar el acoso que sufre. Y el profesor que lo entiende porque él pasó por algo parecido, por un lado puede que siga aún en su armario, por el otro, especialmente si salió de él, puede temer ser acusado de tener intereses perversos en la víctima.

La mayoría de los padres son heterosexuales, y los que no lo son, suelen ser personas LGBT que no han salido del armario. Además, en general han sido educados en un entorno heterosexual donde no se les ha preparado de forma real para la diversidad de preferencias sexuales, donde incluso hay sectores donde aún se considera al homosexual como un enfermo, cuando no, un degenerado, y, por tanto, dentro de su proyecto no cabe un hijo LGBT. ¿Que debería caber? De acuerdo, pero no cabe. Los padres están presuponiendo que sus hijos van a ser heterosexuales y la educación que les dan y todos sus proyectos se basan en eso.

Por eso los padres se resisten a ver la homosexualidad de su hijo, y cuando no tienen más remedio que aceptarlo es para ellos un golpe brutal. Saberlo, constatarlo, representa un trauma que difícilmente se supera sin ayuda y ante eso, ante ese rechazo por parte del progenitor, el hijo, evidentemente bastante más débil y menos preparado, es otra vez la víctima. El hijo sólo ha intentado socializar su sexualidad, que no significa compartir su sexo. En nuestra cultura el sexo todavía es un tema tabú. Y el hijo, al salir del armario, no ha querido compartir el cuando, el cómo o el con quién folla, sino simplemente sus preferencias. Porque una persona LGBT no lo ha elegido como si fuera una opción, está tan condicionado a ser lo que es como lo está por tener el cabello y los ojos de un determinado color, o una altura y una Inteligencia determinada.

Los chicos han de poder desarrollarse con el apoyo de sus padres, pero los padres tienen que rehacer su proyecto de vida para podérselo dar, principalmente se lo tienen que replantear en lo referente a sus hijos y en especial a los LGBTQ. Algunos padres no logran aceptarlo nunca, y reaccionan mal o simplemente intentan ignorarlo.

Para colmo de males si ese joven recurre a las redes sociales, a los chats, a las webs de contactos como gaydar, etc. en busca de almas gemelas o adultos que les echen una mano, que les ayuden a desarrollarse afectivamente de una forma normal, buscando amistad, o relaciones románticas, por lo general lo que encuentra son ofertas de sexo esporádico, del formato aquí te pillo aquí te mato y si te he visto no me acuerdo lo cual también deja muy mal al colectivo ya que en general son pocos los que les ofrecen algo más que eso... Y es que en realidad esos adultos que uno puede contactar ahí en su mayoría no tienen pareja estable ni la buscan, andan buscando solo sexo esporádico, sin compromisos, y seguramente en su adolescencia pasaron por lo mismo que están pasando esos jovencitos. Y en consecuencia suelen tener una deficiencia emocional tan grave como la que posiblemente acaben sufriendo esos chicos en su edad adulta.

Y esas son las variables que he sabido recoger de esta ecuación, lo que nos lleva a un panorama poco halagüeño... Claro que hay jóvenes que tienen la suerte de tener unos padres que, a pesar de lo que les cuesta, saben cambiar sus proyectos y apoyar a su hijo en ese entorno adverso. Que hay profesores que saben montar tutorías adecuadas en los centros docentes que les acogen y apoyan. Que hay adultos LGBT en el mundo que comprenden el problema de esos chicos y saben comportarse de forma adecuada, que van más allá del sexo y saben ofrecer amistad y cariño, colaborando, así, a su desarrollo emocional. Y también hay chicos que tienen la suerte de entrar en relación con otros chicos de su condición y pueden desarrollarse emocionalmente de una forma más natural... Pero me parece que hablo de minorías dentro de la minoría y que esta ecuación en general es mucho más compleja. Ecuación en la que, de una forma u otra, acabamos estando implicados todos.

Un abrazo.

4 comentarios:

Flecha Azul dijo...

...En el insti parecía un chico sin emociones...pero la realidad era que me daba miedo expresar lo que sentía...Me consideraba en cierta manera marginado por no ser igual a los demás, y eso me entristecía porque si eras distinto no eras guay y por tanto no tenías interés para mucha gente...pero había tantas cosas y valores, como tu bien cuentas, que no me gustaban...aunque como era debil e inseguro no me atrevía a decirlo,sólamente callaba...

Ojalá tu riguroso análisis del tema sirva para concienciar a todos ayudando así a convertir los institutos en espacios verdaderamente plurales, donde se respete la diversidad y se valore...porque la diversidad, es uno de nuestros mayores tesoros...

Me ha encantado tu post :)

Un fuerte abrazo!!

Anónimo dijo...

La verdad es que es cierto, es una ecuación muy compleja, la base está en la sociedad, y mientras esta no cambie, no se producirán grandes cambios. Pero bueno algunos tienen suerte de nacer en ambientes que les ayuden a poder desarrollarse bien y espero que estos ayuden a otros.

Yo por mi parte pierdo la esperanza de que un gran cambio ocurra en México, estamos atrasados en todo. ¿La gente puede hacer conciencia sobre el problema? Por mi parte por donde vivo la gente no ve más allá de su nariz.

Josep Peaceforever dijo...

Flecha Azul: Me encanta y me anima que haya gustado. Nuestros deseos coinciden: Ojalá algún día la diversidad sea normalidad.
– –

Daniel: Me entristece el panorama de tu país, no me sorprende que te sientas desanimado, pero creo que somos nosotros, los que lo vemos claro, los que debemos luchar por el cambio. Los cambios no se producen solos, siempre, para bien o para mal, hay alguien que los impulsa y en este caso debemos ser nosotros. Nos toca a nosotros impulsarlos.
– –

Muchas gracias por pasar y muy especialmente por el comentario.

Un abrazo.

Solitario dijo...

Que buen post !, Interesante y totalmente cierto.

La peor parte es que es como una cadena repetitiva de hechos, la ecuación no cambia porque mismo en la cabeza de la sociedad (de muchos conservadores) no se place de cambiar, el ciclo se sigue repitiendo indefinidamente.

La cadena nunca se rompe, porque mismo las personas sufridas que ya lo sufrieron no pueden siquiera detectar que los que se están formando (los adolescentes), sufren daño a su integridad.

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